Practicamente desde que nacieron mis hijas,
han estado muy apegadas a sus animalitos afelpados.
Cosita No.1 tiene un Teddy rosa y No.2
Tiene un conejito blanco que nosotros le llamamos Bunny –que creativos todos-
pero que ella por su hermana le llama Teddy también.
Son parte de la familia y si no están al
alcance durante momentos críticos –digamos, cuando tienen sueño y ellas no se
aguantan ni solas, a la hora de dormir, cuando tienen miedo,etc- nuestra
sanidad mental está en juicio.
Antes de convertirme en madre, este apego
no lo entendía para nada; para mi la solución perfecta era que si los padres de
la criatura no lo encontraban, esta entendería que se buscó, no se encontró y
ya aparecerá o encontrará otro con que reemplazarlo…ERROR!!!! Melissa ilusa…
En fin, hace un par de días leí en un
artículo de una mamá bloggera como yo, que ella sentía que su hija la había
reemplazado con un muñeco afelpado y yo me quedé….bueno para qué te cuento que
a mi me cayó una cubeta con agua helada! Y qué tal si a mi también? A Cosita
no.1 por poco más de dos años le toco toda mi atención, mimos, clases y demás.
Ciertamente como te lo comenté en algún otro post, varias veces me fui por los
consejos “negativos” de no cargarla tanto para que no se embracilara y demás,
pero no creo que eso fuera un detonante para que ella buscara en otra parte más
amor. Con cosita no.2 pues…al principio yo creo que se lo impusimos por que Bunny
estaba todo suavecito y bueno…la mayor lo tenía y pues las dos ahí bien tiernas
con sus peluches, la de en medio a la cuál destronaron de ser la bebé bien pequeña…que ahora no hay poder humano que se lo quite! Cuando se pega,
le llamamos la atención, está aburrida o simplemente por que si, lo llama a
gritos.
Entonces me metí a investigar qué demonios
podíamos hacer porque el que los tengan aparte de ser estresante cuando no los
encontramos, conlleva a una eternal discusión de que si los pueden llevar con
ellas fuera de la casa y también que se chupen sus deditos.
Aprendí que a veces los niños de entre 6
meses a 1 año empiezan a experimentar el proceso de dependencia a independencia
y con ello el estado de ansiedad al momento de la separación de sus padres.
Para eso muchos recurren a algún objeto
trancicional o de seguridad; puede ser un peluche, una mantita, un
trapo o a veces cosas inusuales como el cordón con el que se amarra la bata de
baño.
Es suavecito, huele a ellos y les recuerda
su estado de confort y por lo tanto al hogar. Les hacen sentir que todo va a
estar bien y dentro de su pequeña cabecita llena de imaginación, ellos son sus
amigos y fieles compañeros.
Aprendí también que no es malo que lo
tengan! Yo de loca llegué a pensar que era por que no satisfacía su necesidad
de amor jeje pero en realidad es todo lo contrario; George Askews Pediatra del
Hospital Zero to Three en Washington menciona que “un niño que busca confort en
un objeto de seguridad, es aquel que su necedidad de atención y amor ha sido
complacida constantemente por sus padres”
En fin, hay alguna serie de recomendaciones
por si tus hijos se ven en esta situación:
Escoge juguetes u objetos que sean seguros,
no vaya a ser que tengan accesorios que se les caigan y que luego los curiosos
se los lleven a la boca y suceda una fatalidad
Busca un doble de ser posible. Cámbialo de
vez en cuando para que no se quede nuevo nuevo. A veces a algunos niños lo que
les gusta es el olor y la textura del objeto.
Define límites. En dónde si y en dónde no
puede tener al objeto. En el caso de mis hijas, NO PUEDEN salir de la casa con
ellos. En teoría solo es para dormir, pero hemos batallado mucho para que no
los saquen de su cuarto. Cuando viajamos largas distancias me los llevo por si
acaso el asunto se pone complicado y necesito calmarlas y arrullarlas.
No te preocupes. Aunque yo aún no domino
esto, y me parece que mientras más grandes son más se apegan a sus muñecos,
para cuando llegan a los 4-5 años, los niños tienen tantos compromisos sociales
que poco a poco van dejando a un lado su apego a un objeto. También la presión
social de que los vean con un juguete o chupándose los dedos los orillarán a dejarlo,
ellos imitan lo que los demás hacen y si los demás no traen a sus muñecos,
ellos tampoco.
Recuerda, no hay mal que dure cien años y
esta etapa terminará en menos de lo que nos damos cuenta, la verdad es que va
de la mano con su crecimiento. No forces a tu hij@ a dejarlo, eso l@ estresará
más y será más difícil dejarlo, mejor que lo deje cuando ya esté list@. Yo se que esos amiguitos las hace sentir mejor y mi intensión no es quitarles esa tranquilidad, sólo trataremos de tener cuidado para que la transición sea lo más sutil posible.
M.
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